lunes, 22 de octubre de 2007

GENTE A LA QUE HABRÍA QUE MATAR (III)

Otro montón de anormales que deberían ser encerrados en váteres portátiles y prendidos fuego. Este personal que lleva pegatinas en el coche que ponen “Somos los orgullosos padres de un estudiante premio de carrera en la Universidad”. O en la academia o en cualquier centro de adoctrinamiento al que enviaron al chaval para que le quitasen su individualidad y se convirtiese en un obediente ciudadano en la cultura consumista norteamericana.

“Padres orgullosos”… ¿qué clase de gente vacía se valida a sí misma mediante los logros de sus hijos? ¿Cómo será vivir con una pareja de estos putos bandidos? “¿Cómo va tu proyecto de ciencias, Justin?” “¡Qué te jodan, papá! Puto paleto de mierda. Métete en tus putos asuntos y pásame los caramelos”.

Una pegatina que me gustaría ver: “somos los orgullosos padres de un hijo que tiene la suficiente autoestima para no necesitar que le publicitemos sus mediocres logros académicos en la parte de atrás del coche”. O “somos los orgullosos padres de un hijo que resistió los envites de su profesor para convertirle en un engranaje más de las corporaciones”. Unas pegatinas realistas: “Tenemos una hija en el instituto que todavía no ha follado”. “Tenemos un hijo en el instituto que no ha disparado a nadie, pero le vende drogas a tu hijo premio de carrera y, además, se folla a tu hija”.

También podrían poner pegatinas los que no están orgullosos de sus hijos. “Somos los avergonzados padres de un niño bizco imbécil que a los diez años no sólo se mea en la cama sino que también caga en el autobús del colegio”. Algo así en la parte de atrás del coche motivaría al chaval para el próximo semestre.

George Carlin, Quejas y tristezas, 2001

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